Turista de dos años
Hacer turismo con dos años es muy duro, sobre todo, si tienes unos papis como los míos que me llevan a museos, visitas guiadas y parques temáticos, como si yo fuese ya una mayorona.
El ritmo es fuerte y yo aprovecho cualquier ocasión para echarme una siestecilla sentada en los hombros de papi y apoyada en su "calva".
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